Mi experiencia con el don de lenguas

Nota del autor: Me gustaría simplemente afirmar antes de que leas mi experiencia que sí creo en el don de lenguas, conforme enseñan las Escrituras, lenguas conocidas, no extrañas, que Dios utilizó milagrosamente en el inicio de la iglesia primitiva y que hoy han cesado. No creo que lo que hoy se conoce como «don de lenguas» sea verdaderamente el don del Espíritu Santo. No explicaré exegéticamente ahora mismo por qué creo eso, pero si quieres puedo proporcionarte material. Espero que sea de ánimo para tu vida este testimonio.

A veces el que no ha vivido esta situación no se enfrenta a tener que estar ante lo que ha “experimentado o sentido” de manera real, contra lo que dicen las Escrituras.

Mi experiencia con el “don de lenguas” comienza en una reunión evangelística de jóvenes alrededor de agosto de 2007, era mi segunda reunión en una iglesia pentecostal evangélica, anteriormente nunca había asistido a una y mi entorno era solo de curanderos y ocultistas. En ese lugar todos hablaban esas palabras tan extrañas y por momentos graciosas que no sabía qué eran ni por qué lo hacían. Al final de la reunión, en medio del ambiente emotivo que se había generado me tomé del hombro con un hermano de la iglesia y terminamos los dos repitiendo esas palabras, cosa para mi nunca forzada, sino que simplemente se dio de esa manera cuando no lo pensé.

Por mucho tiempo lo seguí practicando, y fueron enseñándome más sobre ese don tan extraño. Me dijeron que era la evidencia del bautismo del Espíritu Santo (cosa que sabemos que no lo es) y muchas doctrinas de hombres alrededor de este tema, hoy veo que eran herejías y mentiras engañosas que claro, como los que me enseñaban a mí ni siquiera habían sido enseñados por otros (que era lo común en mi región) eran sus conclusiones propias sobre el tema nacidas de la ignorancia.

Se nos pedía de tanto en tanto que pidamos al Señor que nos “renueve las lenguas”, así nos diera lenguas frescas para comunicarnos “en el espíritu” con Dios, eso suponía repetir otro tipo de palabras. Se nos enseñaron muchas cosas entre una de esas que la habilidad de orar en lenguas era algo odiado por Satanás ya que él no las entendía y no podía interferir en nuestra comunión con Dios (no se de donde sacaron esas cosas).

Al pasar el tiempo y luego de pasar años de seminario, y años de estudiar las Escrituras, de ver sermones, estudios y mucho material bíblico sobre el tema, llegué a la convicción de que mis experiencias no están por encima de las Escrituras -es bueno aclarar, que como un principiante en ocultismo había tenido muchas experiencias sobrenaturales, como visiones, sueños y “sentir cosas en el cuerpo”-. Fui convicto por las Escrituras de que la Palabra de Dios es la mayor autoridad en nuestra fe, práctica y moral.

Entendí y fui convencido fuertemente de que aunque yo pudiera haber sentido muchas cosas sensorialmente, como el haberme caído cientos de veces al suelo, temblado, tenido “risa santa”, visiones, hablado en lenguas, sentir calor, y tantas otras experiencias sobrenaturales que podía haber experimentado, la Escritura debía juzgarlas por la verdad, y no mis experiencias a las Escrituras.

¿Qué hice luego de tener mayor convicción? Oré al Señor, me arrepentí por darle mayor importancia a la experiencia que a la verdad bíblica, ya que mi relación con Dios se basaba en poder conseguir poder y experiencias sobrenaturales a través de las lenguas, de los decretos o de revelaciones nuevas; me sometí a las Escrituras diciendo que no iba a proveer más para mi carne, sino a aprender cada vez más a vivir como Cristo conforme a las Escrituras y a la voluntad de Dios. Nunca más las hablé.

Hoy, continúo siendo santificado progresivamente por las Escrituras, y creciendo en conformidad a Cristo por su Palabra y no por ninguna experiencia mística. Años hablé en esas “lenguas” en privado y nunca edificaron nada bueno en mí. Hasta recuerdo ver como muchos hermanos sufrían y lloraban creyendo que no tenían el Espíritu Santo porque no las hablaban. Y que se estaban perdiendo ese “algo más” de parte de Dios que cada predicador nos prometía.

¿Tengo experiencias emocionales hoy? Claro que sí, me quebranto al ver la maravillosa obra de amor de Cristo en la cruz, al ver la belleza del evangelio de la Gracia, y el amor de Dios al haberme escogido desde antes de la fundación del mundo para sí.

La Escritura es la única que puede producir las experiencias emocionales más profundas y reales que existen.

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Enrique Oriolo
Enrique Oriolo

Un gran pecador con un gran Salvador. Esposo de Tamara, papá de Luz, Paz y Sarah. Misionero y Pastor de la Iglesia Bíblica de Avellaneda.

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Hola y bendiciones me gustaría saber si puedes proporcionarme de material donde se explique teológica mente y claramente lo de las lenguas extrañas sería de gran bendición.