Hace un par de días me encontraba con mi hija Luz en el supermercado, no recuerdo bien qué íbamos a comprar y tampoco es lo importante. Lo que me sucedió tampoco era la primera vez que acontecía, pero fue esta vez que luché mucho en verdad por mantenerme recto.
Luego de unos minutos de convencer a Luz, la senté en un carrito de compras y allí comenzó mi odisea. La rueda izquierda de adelante estaba dañada, mi hija sentada en el asiento para niños y yo luchando fuertemente para mantener recto ese bendito carro. Por momentos parecía que todo iba bien, hasta que esa rueda empezó a tirar para su propia dirección, no iba para donde yo estaba manejando, al estar dañada tenía la inclinación -con muchísima dureza y brusquedad- de irse para el lado izquierdo. Para mantener el carro en su curso yo debía hacer una fuerza muy grande e incluso arrastrar esa rueda rota en la dirección correcta. Mi hija no podría haber mantenido el carro derecho, ella no tiene la fuerza necesaria para hacerlo, era grande la fuerza que se debía ejercer para ir recto. Pero cuanto más recto quería avanzar, esa rueda me lo hacía más difícil. ¿No te recuerda a algo?
No podía dejar de pensar en esos momentos en la lucha contra el pecado. Una oleada de versículos pasaban por mi mente, vez tras vez, que muestran la lucha fuerte que tenemos con esa «rueda rota» en nuestro interior: el pecado remanente.
Pablo en Romanos 7 nos quita el velo de una inmensa lucha que acontecía en su interior entre lo que «quería hacer» y lo que «terminaba haciendo» muchas veces. Había encontrado «una ley» en sus miembros que lo inclinaba siempre hacia el mal. Leemos:
Porque lo que hago, no lo entiendo; porque no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero hacer, eso hago, estoy de acuerdo con la ley, reconociendo que es buena. Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno; porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no. Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico. Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí. Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios, pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte?
Romanos 7:15-24.
También el mismo apóstol nos relata en Gálatas 5 sobre esa rivalidad que encontramos dentro de nuestro ser cada día y a cada instante:
Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis.
Gálatas 5:16-17.
Desde que Adán pecó, toda la humanidad fue muerta por el pecado, espiritualmente hablando. Y Dios nos dio vida a los que hemos nacido de nuevo por medio de Jesucristo. A través de su sacrificio sustitutorio en la cruz del Calvario, el justo muriendo por los injustos para pagar la deuda del pecado y librárnos de la justa ira de Dios. Pero aún aguardamos una etapa de esa salvación, que es la resurrección de entre los muertos. Porque nuestro cuerpo aún tiene un remanente de pecado, tenemos una «rueda rota» que nos inclina siempre fuera de la voluntad de Dios, que nos seduce cada día para que pequemos contra Dios. Con la cual se nos insta a luchar y ha «hacer morir» por medio del Espíritu:
Porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
Romanos 8:13
Tenemos fuerza de parte del Espíritu Santo para hacer morir las obras de la carne. Debemos andar en el Espíritu para no ir en pos del pecado. Ocuparse de manera activa en nuestra santificación es vital para tener más fuerza que nuestro pecado, si descuidamos nuestra comunión diaria con Dios nos encontraremos que cada vez esa «rueda rota» cobrará más fuerza.
Dios nos ha dejado herramientas para nuestro crecimientos espiritual, entre las principales encontramos: la oración, la lectura de las Escrituras, la meditación y memorización de las mismas, la lectura de buenos libros cristianos y la comunión con otros creyentes. Teniendo cada día un tiempo para caminar en estas disciplinas espirituales alimentaremos nuestro espíritu para estar fuerte y poder así vencer la tentación y el pecado que se nos presenta a cada instante. No hablo de una santidad perfecta, tal cosa no existe de este lado de la gloria, pero sí en una santidad real que agrada a Dios. Kevin DeYoung dijo sobre esto:
«Cuando de la santificación se trata, es más importante hacia dónde vas que dónde estás. La dirección importa más que la posición»
Mi lucha con la rueda rota del carro de compras en el supermercado terminó en menos de una hora. Salí de allí con mi hija y regresamos a nuestro hogar. Pero mi lucha con mi pecado, mi «rueda rota», continuará por el resto de mi vida, y depende de que yo esté fortalecido en el Señor para ganar cada día esa batalla para la gloria de Dios y mi santificación.
¿De qué maneras te estás fortaleciendo hoy para luchar con el pecado y crecer en santidad?
Excelente analogía. Un abrazo Enrique!
Gracias Jessid!
Muy bueno Enrique!!! 🙂
Gracias Emanuel 🙂
Gracias por esa reflexión hermano, muy buena analogía.
He pasado por esa situación en el supermercado innumerables veces, pero cuanto más he pasado por esa lucha con mi pecado!
Sin duda tenemos las herramientas para ello, pero a veces nos olvidamos. gracias por recordar algunas.
¡Que curioso que Dios nos hable de formas tan sencillas y cotidianas como a través de la rueda del carrito del supermercado!
He escuchado a un amigo y pastor hablar sobre Romanos 7 y enfocarlo de manera que Pablo hablaba de su vida cuando era fariseo y no de su situación actual, en la que vivía en la gloriosa libertad que les es prometida a los hijos de Dios. ¿Qué piensas, Enrique?
La manera en la que mi vida es fortalecida en fe y santidad es en pensar de la manera correcta y meditar en las promesas de Dios.
Un abrazo.
Sergio, gracias por tu comentario. Si, hay varios que apuntan a esa postura, pero la que yo veo en las Escrituras es que Pablo está hablando de la lucha del creyente, y de él como creyente; además que es la postura más abrazada por la mayoría de los eruditos.
Un abrazo bro!
Tremenda reflexión, lo hace a uno meditar al respecto. Gracias!!
Gracias por tu comentario!
Muy bueno lo leí como un devocional para mi vida, la gracia de Cristo sea contigo.
Amigo! gracias por el comentario
Gracias. Tomaré esto para reflexionar el resto del día.
Joseph! gracias por el comentario.
Una excelente reflexión (aunque sobre la reflexión del carrito de supermercado con ruedas tercas lo había leído también no solo para la santificación sino para la pureza en el libro «Le dije adiós a las citas amorosas» de Joshua Harris)
Lady, no sabía! que buen dato, cuando compre el libro lo veré! gracias por el comentario!!
Tranquilo!! Eso solo me confirma que DIOS nos habla de muchas formas… y a veces nos vuelve a recordar eso que nos hablo para que no nos desviemos de Su Camino!… Por cierto es un excelente libro!!!
Amen hermano Dios le bendiga
este tipo de reflexiones vale la pena leer ! muy edificante
Muy buen artículo, gloria a Dios por tu vida, paz y gracia para ti y tu familia hermano, Dios te bendice … saludos !!!
Un ejercicio muy importante qué debe hacer todo creyente es el ayuno para no ser dominado por el pecado.S. Mateo 17:21 RVR1960
Pero este género no sale sino con oración y ayuno.S. Marcos 2:20 RVR1960
Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán.
Que buen post hermano. Ayer lo leí mientras estaba en mis que haceres y hoy con más tiempo, aprovechando mi tiempo libre lo volví a leer para escudriñar todo con más detenimiento. Me ha servido mucho! Las luchas diarias conmigo mismo son un dolor de cabeza y recordar estos pasajes bíblicos (que aunque los leamos y leamos siempre tendrán algo nuevo que dar) ha sido una bendicion.