El Hijo del Hombre debe padecer

“El Hijo del Hombre debe padecer mucho” (Lucas 9:22).

Cuando un judío pensaba en el Hijo del Hombre, tenía la imagen de una gloriosa figura a la cual el Altísimo le daría todo dominio, poder y autoridad, y que reinaría por siempre (Daniel 7:13-14). ¿Sufrimiento? ¿Padecimiento? No parecían encajar en la misma frase que el Hijo del Hombre.

Pero Dios enloqueció la sabiduría humana con el evangelio. El Hijo del Hombre vendría, como anunció Daniel, pero había algo que debía suceder entre su llegada y el reinado eterno: “El Hijo del Hombre debe padecer mucho”.

Después de la correcta confesión de Pedro de que Jesús era el Cristo, Él les manda que no lo divulguen y les revela lo que primero debe pasar: “Debe padecer mucho”. Ese padecimiento no es accidental, ni una demostración del poder de los enemigos humanos, sino que es parte del plan divino. La palabra “debe” indica necesidad: así fue planeado y así debe cumplirse.

En la providencia divina, parece que la gloria llega después del sufrimiento. Este es como un filtro que nos despoja del apego terrenal y catapulta nuestro corazón hacia los deseos eternos. Jesús experimentó el mayor de los sufrimientos antes de alcanzar la mayor de las glorias.

“Debe padecer”. Los teólogos afirman que la salvación fue un pacto dentro de la Trinidad en la eternidad pasada. El Padre escogía someterlo al padecimiento, el Hijo escogía padecer y el Espíritu lo trajo al mundo para padecer. Sin este padecimiento, no habría salvación para nadie.

¡Cuánto amor podemos ver en estas palabras! ¿Por qué era necesario que el Hijo del Hombre padeciera? Porque estaba expiando el pecado de su pueblo. El Rey redimiría a los ciudadanos de su reino mediante su muerte, para luego inaugurar un reino eterno con ellos. Pero primero, “debe padecer”.

¿Cuánto? “Debe padecer mucho. Aquí las palabras humanas son insuficientes. No hay lenguaje que pueda abarcar el significado de “mucho” en este contexto. En ese “mucho” está contenida la condenación eterna de todos los que pertenecen a Cristo. Están todos nuestros pecados recibiendo su justo juicio. Creo que ni las lenguas humanas ni angelicales pudieran unirse para describir cuánto sufrió el Hijo del Hombre.

“El Hijo del Hombre debe padecer mucho” debe ser hoy un recordatorio de cuánto Dios nos amó y nos ama. De que Jesús puede comprendernos cuando sufrimos porque Él padeció mucho más que nosotros. De que si sufrimos, es porque Dios tiene un propósito glorioso con ello. Y de que, si Jesús sufrió en nuestro lugar, significa que no deberemos padecer mucho por nuestros pecados.

Comienza el día recordando y meditando en esta gloriosa verdad: El Hijo del Hombre padeció mucho para que los hijos de Dios no tengamos que padecer. 

Señor, gracias por brindarme un amor tan maravilloso y profundo que trasciende nuestro entendimiento mortal. Que hoy pueda experimentar una vez más el asombro por el amor del evangelio. Tú no debías padecer porque no habías pecado, pero elegiste padecer y tomar mi lugar. Amén.

Si te ha gustado, comparte con otros:
Enrique Oriolo
Enrique Oriolo

Un gran pecador con un gran Salvador. Esposo de Tamara, papá de Luz, Paz y Sarah. Misionero y Pastor de la Iglesia Bíblica de Avellaneda.

0 Comentarios
Oldest
Newest
Inline Feedbacks
View all comments