Cientos de miles de personas congregan cada domingo en calidad de espectadores. Se sientan juntos, cantan canciones con mucha pasión, comparten alegrías y tristezas, muchos van en familia, otros solos e incluso algunos han hecho esto por generaciones. Sin duda alguna, el fútbol mueve muchas personas cada domingo.
Pero, ¿qué hay de los cristianos? ¿Son meros espectadores como los aficionados al fútbol? No, al menos no debería ser así. Los que han recibido el perdón de sus pecados y una nueva vida por medio de Jesús, son adoptados como miembros de una nueva familia: la iglesia. Esta nueva familia vivirá junta para siempre. Y entre tantas cosas que esta familia hace, hay algo que se destaca como primordial y vital. Esta familia se reúne. Cada semana. Cada domingo.
Los lugares que elegimos y las compañías que mantenemos revelan mucho de nosotros. Como cristianos, no somos seguidores de un equipo, sino redimidos por Dios de la muerte espiritual. Con esta nueva vida y perspectiva, nuestra forma de congregarnos debe alinearse con la voluntad divina.
Te invito a explorar 20 razones fundamentales para congregarte siempre. Y podrían ser muchas más, pero sería demasiado para un artículo. Si quieres recibir ánimo bíblico, te pido que leas el siguiente listado de razones para congregarte siempre y puedas reflexionar en ellas.
Relacionadas con nuestro compromiso y lealtad a Dios
- Congregarnos demuestra que nuestra lealtad principal es al Señor como nuestro Dios. Somos llamados a darle al Señor el primer lugar en nuestra vida.
- «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza.» (Deuteronomio 6:5, NBLA)
- Congregarnos demuestra que nuestros corazones buscan las cosas del cielo y no las de la tierra. Constantemente estamos siendo influenciados por nuestro entorno terrenal, debemos ser más intencionales en buscar las cosas del cielo.
- «Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.» (Colosenses 3:2, NBLA)
- Congregarnos es una manera tangible de demostrar que estamos siguiendo a Jesús como su discipulo. A menudo, requerirá que muramos a nosotros mismos, y así es como tomamos la cruz.
- «Y el que no toma su cruz y sigue en pos de Mí, no es digno de Mí.» (Mateo 10:38, NBLA)
- Congregarnos muestra que buscamos vivir con temor del Señor. Dios merece toda la gloria y honor. Al congregarme con fidelidad, demuestro esa verdad al elegir congregarme por encima de otras opciones atractivas.
- «Al Señor de los ejércitos es a quien ustedes deben tener por santo. Sea Él su temor, Y sea Él su terror.» (Isaías 8:13, NBLA)
Relacionadas con nuestro entendimiento de la iglesia
- Jesús resucitó la mañana del domingo. Desde entonces, el día de la resurrección de Jesús ha sido adoptado por la iglesia como el día de congregarse y adorar al Señor juntos (Hch. 20:7; Apo. 1:10).
- Ese día nos reunimos como iglesia local para celebrar la cena del Señor. Al no participar regularmente, estaría dejando de obedecer una de las ordenanzas de la iglesia. Es un momento en el que recordamos juntos el evangelio a través del pan y el vino como símbolos (1 Cor. 11:17-34).
- Es el momento principal de la semana para alabar a Dios con nuestros cantos como iglesia local. Podemos cantar todos los días, pero cuando nos congregamos, podemos unir nuestras voces para alabar a Dios por quién es y por lo que ha hecho por nosotros.
- «Sirvan al Señor con alegría; Vengan ante Él con cánticos de júbilo.» (Salmo 100:2, NBLA).
- Es el principal momento de la semana en el cual como iglesia recibimos el alimento de la Palabra del Señor. Los que han sido llamados por Dios para servir a la iglesia en el ministerio de la Palabra lo harán principalmente a través de la predicación dominical.
- «Sean hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos.» (Santiago 1:22, NBLA)
Relacionadas con nuestro propio testimonio y necesidad
- Cuando me reúno con los santos el día del Señor es un testimonio público a todos mis parientes o amigos de que soy de Cristo. Al poner otras relaciones en un segundo plano, muestro a otros con acciones prácticas mi amor por Jesús y mi nueva familia en la fe.
- «El que ama al padre o a la madre más que a Mí, no es digno de Mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a Mí, no es digno de Mí.» (Mateo 10:37, NBLA)
- Cuando escojo no congregar, estoy mostrando una irregularidad en mis prioridades. Probablemente me estoy afanando por cosas que no debo. Es importante examinar las motivaciones que nos hacen dejar de congregarnos y escoger otra actividad.
- “Pero busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.” (Mateo 6:33, NBLA)
- Si puedo posponer alguna actividad para otro día, debería hacerlo para poder congregarme. Sabemos que hay cosas que se pueden hacer después sin mayores problemas. Congregarse debe ser una prioridad en mi horario y en mi corazón. El estudio puede esperar para otro momento y las visitas pueden venir en otro día.
- Si no me congrego, estoy siendo un mal ejemplo para un nuevo creyente y un motivo de tropiezo para un hermano débil. Siempre debemos recordar que nuestras vidas son «leídas» por otros a nuestro alrededor.
- «[…] sino más bien decidan esto: no poner obstáculo o piedra de tropiezo al hermano.» (Romanos 14:13, NBLA)
- Congregar es un mandamiento. Dios espera que cada uno de sus hijos se reúna con sus hermanos en el día del Señor (ver Heb. 10:25). Por lo tanto, no congregarse cuando se puede es pecado, debo confesar y arrepentirme.
- «Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad.» (1 Juan 1:9, NBLA)
- Estamos viviendo en un contexto hostil al cristianismo. Necesitamos recordarnos el evangelio regularmente y la reunión de los santos es un momento propicio para eso. Es recordar a quién pertenecemos.
- «Sabemos que somos de Dios, y que el mundo entero está bajo el poder del maligno.» (1 Juan 5:19, NBLA)
Relacionadas con nuestro compromiso con los hermanos
- Tenemos una gran necesidad de estimularnos al amor y a las buenas obras. No solo de recibir ese ánimo de parte de otros sino también de ser instrumentos de ánimo en la vida de los demnás.
- «Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca.» (Hebreos 10:24–25, NBLA)
- La vida cristiana no fue creada para ser vivida en soledad. Las cargas diarias, la lucha contra el pecado y las dificultades no deben ser llevadas solo por mí. Debemos apoyarnos.
- «Lleven los unos las cargas de los otros, y cumplan así la ley de Cristo.» (Gálatas 6:2, NBLA)
- Cuando congrego valoro también el servicio de mis hermanos. Muchos de ellos se preparan con dedicación y esfuerzo para servirme (predicación, alabanza, recepción, limpieza, etc). Congregarme es una manera de reconocer y valorar su amor.
- «Pero les rogamos hermanos, que reconozcan a los que con diligencia trabajan entre ustedes, y los dirigen en el Señor y los instruyen, y que los tengan en muy alta estima con amor, por causa de su trabajo.» (1 Tesalonicenses 5:12–13, NBLA)
- Dios me ha llamado a servirle y seguirle, y soy capacitado semanalmente en la reunión de los santos para ese propósito. Hago mi parte en la edificación del cuerpo al congregar fielmente.
- «[…] a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo» (Efesios 4:12, NBLA)
Relacionadas con nuestro futuro glorioso
- La reunión de los santos es la anticipación de la adoración del cielo. Adoramos juntos al único que es digno y que adoraremos por la eternidad.
- «[…] que decían a gran voz: «El Cordero que fue inmolado es digno de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza»» (Apocalipsis 5:12, NBLA)
- Los domingos son el momento por excelencia en la semana en que nos reunimos fielmente con aquellos con los que pasaremos la eternidad. Si estaremos juntos por siempre, ¿cómo no debemos honrar eso congregando fielmente una vez a la semana?
- «[…] estaremos con el Señor siempre» (1 Tesalonicenses 4:17, NBLA)
Jesús nos amó de manera incondicional y se entregó por nosotros en la cruz. Él nos ha otorgado el maravilloso don de la salvación, un regalo de pura gracia divina que ningún ser humano merece. Recordamos que lo único que merecemos de Dios es su juicio justo. Por lo tanto, cuando nos congregamos, no lo hacemos para ganar el favor o el amor de Dios, pues en Cristo, ya gozamos de su favor y amor a través de Jesús. Nuestra vida se convierte en una respuesta de amor y gratitud por todo lo que Él ha hecho por nosotros. ¡Gloria a Dios por su maravillosa gracia!
¿Nos vemos el domingo?