«…soy yo; no temáis»
(Mt. 14:27)
Jesús venía caminando sobre el mar en medio de la noche. Los discípulos se llenaron de temor al pensar que era un fantasma y comenzaron a gritar. Jesús les dijo: «Tened ánimo, soy yo; no temáis».
¿Cuántas veces nos inundamos de temor porque no reconocemos quién es Jesús? Nuestra necesidad de reconocer el carácter de Dios en toda circunstancia es vital. Si reconocemos que Dios está al control de nuestras vidas no temeríamos. No es Satanás el que nos gobierna, no son las huestes de las tinieblas… es Jesús, y nos dice: «soy yo, no temáis».
¡Qué consuelo tienen nuestras almas cuando recordamos quién gobierna! Es el mismo que fue a soportar el tormento de la ira de Dios por amor a nosotros. Es el mismo que no estimó el ser igual a Dios como cosa que aferrarse sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo. Es el que derramó su sangre a favor nuestro. ¡Cómo temeremos hermanos! ¡Es Jesús! Él está llevando adelante nuestras vidas cumpliendo día a día Su perfecto plan. No importa si ese plan nos lleva por tormentas horribles. Es Jesús, no temeremos.
Si podemos reconocer estas palabras en medio de nuestras tribulaciones momentáneas, podremos tener ánimo, sin importar lo que suceda. Cuando la noche se torna oscura, y la tormenta está en su punto más enfurecido, podemos escuchar una voz que nos dice: «Tened ánimo, soy yo; no temáis». Y si la tormenta no se calma, podemos tener seguridad, que nuestro corazón estará calmado y en reposo, aunque el mundo se caiga a pedazos.
És el, es Jesús, no temerá mi alma.