Es muy probable que veamos aplicaciones basadas en IA (Inteligencia Artificial) que se presenten como tu discipulador o consejero bíblico personal, ofreciéndose como tu compañero para ser más como Jesús. Estas aplicaciones, al igual que muchas en la actualidad, pueden contener una gran cantidad de información de la Biblia, libros y artículos cristianos. Esto las hace atractivas y una increíble fuente de conocimiento a la que acceder. ¿A quién no le gustaría ahorrar tiempo buscando información allí?
El asunto se complica cuando estas aplicaciones basadas en IA se les da un tono «humanizado», y se quieren personificar como «alguien» que está interesado por vos o quiere ayudarte. Hay personas introvertidas que se les hará más fácil interactuar con una aplicación en su celular que con una persona real. O quizás, personas cuyos pecados las avergüencen de manera que les sea más sencillo confesarlos en una aplicación que a un hermano de la iglesia local.
De hecho, al día de hoy ya existen aplicaciones que simulan ser tus amigos o pareja. Prometen no hacerte sentir solo, ser un apoyo emocional, poder tener buenas conversaciones, y todo sin que te des cuenta que no son reales. Los peligros que tiene esto a nivel relacional son para otro artículo.
El Papel Insustituible de la Iglesia Local
¿Qué tiene de malo eso? Yo no veo nada malo en recibir información de aplicaciones basadas en IA. Si la tecnología nos ayuda a ser más eficientes debemos aprovecharla. La situación se complica cuando queremos que la aplicación haga algo que Dios ya nos ha dado, pero de otra manera.
Déjame explicarme. Dios nos ha dado una familia de la fe, la iglesia local, donde nosotros debemos vivir nuestra vida cristiana. Es ahí, donde recibimos la capacitación, el discipulado, la corrección, el ánimo y la disciplina, entre otras cosas que nos ayudan a ser más como Jesús. Esas interacciones están diseñadas por Dios para ser realizadas entre hombres y mujeres que han experimentado su salvación, cuyo propósito es ahora vivir para Su Gloria.
Parte de ese crecimiento que Dios está obrando en nosotros requiere de incomodidades. Sí, no todo en la iglesia local es cómodo y conveniente. Confesar el pecado, hacer preguntas difíciles, recibir corrección, soportar a los que te ofenden, perdonar a los que te lastiman, pedir perdón a los que ofendiste, etc. Todas esas interacciones son necesarias para nuestro crecimiento y vienen en el «paquete» de la iglesia local.
Cuando Dios nos salvó, no nos dejó invidividualmente aislados para solo consumir conocimiento bíblico sin interactuar con otras personas. La comunión con otros es algo propio de la esencia de Dios mismo como un Dios Trino. Dios existe en la interacción perfecta y eterna del Padre, Hijo y Espíritu Santo. El mismo diseño es para nosotros como seres humanos hechos a su imagen.
Los Límites de la Tecnología en el Discipulado Espiritual
Sin embargo, en nuestra naturaleza pecaminosa, si pudiéramos escapar de la incomodidad de la iglesia lo haríamos. Siempre es una tentación recibir los «beneficios» de algo, sin tener que experimentar las «obligaciones». Las personas a veces buscan las relaciones sentimentales sin las obligaciones que se contraen en el matrimonio, no es nada nuevo bajo el sol. ¿No sería atractivo tener los «beneficios» de la iglesia, sin las «obligaciones»? Para algunos quizás sí.
Ahí es donde se vuelve atractiva toda alternativa artificial de cristianismo. Un cristianismo artificial que no es verdadero. Son personas que consumen solo predicaciones o estudios bíblicos por YouTube, pero no tienen el mínimo interés de someterse a la autoridad de los pastores de una iglesia local. Son aquellos que consumen todo el día alabanzas en Spotify, pero que no se preocupan por alabar al Señor con sus hermanos y hermanas en Cristo. Querer vivir una vida aislado de la iglesia local pero lleno de teología solo muestra orgullo e ignorancia en nuestro corazón. El buscar «consumir» es propio de nuestra cultura consumista y egoísta.
Siempre que el hombre busque alternativas artificiales las encontrará. ¿Pero es eso lo que Dios quiere? ¿Es mirar YouTube el proceso ideal de edificación y nutrición espiritual? ¿Es escuchar alabanzas solamente lo que Dios quiere para mi? ¿No es acaso que cantemos en vivo con aquellos que también forman parte de la familia de la fe?
Lo mismo con el discipulado. ¿Puedes recibir información y consejo de una aplicación? Seguro que sí. ¿Es eso lo mismo que recibir el amor y la gracia de un hermano que te conoce, te ama y se preocupa por vos? Jamás. Una aplicación, por más «inteligente» que sea, jamás podrá presentarte ante Dios en oración, llorar por vos sinceramente y gozarse de corazón por tu crecimiento. Simplemente porque es solo un programa de computadora.
Hacia un Equilibrio entre Tecnología y Espiritualidad
Las cosas como son. Nada puede sustituir la experiencia de ir a la iglesia los domingos, ver los rostros que sonríen (esperemos) al verte, sentir las voces de los santos resonar en los oídos, escuchar a tu pastor exhortarte y consolarte con el evangelio, sentir el sabor del vino y del pan en tu boca, oír el llanto de los bebés en la congregación, darle un abrazo a ese hermano que no estaba viniendo y decirle cuanto lo extrañaste.
Nada puede reemplazar lo que Dios ha diseñado para nosotros. No hay nada que pueda reemplazar el regalo de hombres y mujeres imperfectos que buscan vivir juntos para la gloria de Dios, guiados por la suficiente Palabra de Dios. Nada puede reemplazar a la iglesia local.
La iglesia de Cristo es y siempre será insustituible. Si bien debemos usar toda la tecnología para glorificar a Dios, no debemos permitir que reemplace los medios que Él ha designado para nuestra edificación. «Hablar la verdad en amor» (Ef. 4:15-17) es algo que ninguna aplicación o inteligencia artificial puede lograr, porque solo aquellos creados a imagen de Dios pueden amar verdaderamente.
Aprovecha toda la información que puedas obtener de ChatGPT u otras aplicaciones, pero busca el amor y el discipulado donde Dios espera que lo encuentres y lo ofrezcas: en la iglesia local. Si queremos vivir para Dios, hagámoslo a la manera de Dios. Siempre habrá tentaciones atractivas que nos quieran apartar de lo que Dios diseñó para nuestro bien. Y es ahí, donde el consejo y el discipulado que recibimos y damos en la iglesia local se vuelve una herramienta fundamental para cuidarnos de una cultura consumista y del egoísmo de nuestro propio corazón.
PD: La imagen y los subtítulos de este artículo han sido generados por inteligencia artificial en función del contenido.