«No hay necesidad de que se vayan; dadles vosotros de comer»
(Mt. 14:16)
Cuando leo ese pasaje trato de imaginarme en lo que deben haber pensado los discípulos: «Nos está pidiendo algo imposible, ¿cómo haríamos eso? No tiene sentido». Es que, humanamente, es imposible. ¿cómo le das de comer a más de cinco mil personas cuando probablemente tenés comida para doce?
En dos ocasiones Jesús le pide a Pedro que haga cosas que no tienen sentido humanamente. Luego de haber pescado toda la noche le dice que vuelva a tirar la red. Y en medio de la noche, mientras hay una tormenta, que baje de la barca y camine sobre las aguas hacia Él. En ambas ocasiones Pedro confió en las palabras de Jesús y lo hizo. El resultado fue una barca llena de peces, tanto que la red se rompía; y un hombre común caminando sobre las aguas.
¿Qué pasaría si le creyéramos a Jesús en verdad? Si Jesús lo dice, y nos pide hacer algo, ¿por qué tememos o dudamos tanto? ¿acaso Jesús faltó a su palabra antes? ¿por qué lo haría ahora? La realidad es que la incredulidad se mezcla profundamente en nuestra mente y corazón, y necesitamos cada día alimentarnos de la Palabra de Dios para que la fe, que viene por el oír Su palabra, pueda inundar nuestro ser y poder vivir una vida de confiada obediencia a Jesús.
¡Dios nos ayude a no ser hombres de poca fe!