Dietrich Bonhoffer en su libro «El Costo del Discipulado» habla de cómo la Iglesia de Roma supo aprovechar la vida monástica que había surgido para justificar una vida sin compromiso con Cristo.
«…la vida monástica se transformó en una protesta viviente contra la secularización del cristianismo y el abaratamiento de la gracia» (pág. 47), La idea del monasticismo de recluirse para mantenerse puro y apartado del pecado no es el plan de Dios para su pueblo, aunque perseguía una «mayor santidad», le dio a la Iglesia de Roma la posibilidad de tener dos «tipos de cristianismo», uno «más comprometido» y uno con «menos exigencias».
Dice Bonhoffer: «Cada vez que la Iglesia fue acusada de estar demasiado secularizada, siempre podía señalar dentro del redil y, de esta manera, justificar la otra posibilidad de un estándar inferior de vida para otros» (pág. 48)
En medio de ese mundo monástico, Lutero fue enseñado por Dios, «…le mostró a través de las Escrituras que seguir a Cristo no es el logro o mérito de unos pocos selectos, sino el mandamiento divino a todos los cristianos sin distinción» (pág. 48).
¡Eureka! La vida cristiana no tiene categorías de compromiso aceptables, «El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará» Mt. 10:39. O hallamos nuestra vida en entregarla completamente a Cristo, o la perdemos guardándola para nosotros mismos. No hay otra opción.
Hoy en día me temo que sigue existiendo una dicotomía absurda de cristianismo. Por un lado creemos que hay un grupo de personas que «deben» velar por su vida espiritual con esfuerzo, crecer más y más en santidad, en compromiso, y en renunciar a sus propias vidas para seguir a Cristo. En esta categoría entran los pastores, diáconos y líderes en las iglesias cualquiera que sea su área o rol.
Luego tenemos el grupo de personas que solo deben mantenerse asistiendo cada domingo al culto, perseverar en los grupos pequeños y hacer el intento de leer sus biblias y orar. Este es el «resto» de la membresía de la iglesia.
¿No lo has visto así en muchos lugares? Yo sí. Se espera de unos que hagan el trabajo que deberían hacer todos. Y si alguien es confrontado a un nivel mayor de compromiso dicen: «¡Ah, pero yo no soy pastor!»… Cristo llamó a un pueblo a que tomen su cruz cada día y le sigan, sin distinción.
Necesitamos recuperar una vida cristiana auténtica y de alto costo, donde entregamos nuestras vidas por Aquel que la entregó por nosotros. Si realmente creemos que hemos nacido de nuevo esto debe manifestarse en nuestras vidas. De lo contrario, tenemos muchos motivos para creer que aún seguimos muertos en nuestros delitos y pecados.
¿Qué clase de gracia vives? ¿La gracia barata o la gracia costosa? Si Cristo te confronta a dejarlo todo, ¿te irás triste como el joven rico que amaba sus posesiones? ¿o darás la mitad de tus bienes a los pobres y devolverás cuatro veces a quien has robado? ¿Dejarás tus redes y le seguirás? O serás de las multitudes que dejaron a Jesús atrás cuando Él les mostró lo que costaba seguirle.