¿Por qué orar si Dios es soberano y ha decretado todas las cosas?
Creo que mi mayor obstáculo es pensar que yo puedo trazar el camino de su soberanía o adelantarme a sus pasos. Pensar que Dios ya ha decidido hacer tal o cual cosa basado simplemente en mi propia opinión o en mi lectura de las circunstancias.
Si yo no sé cuáles son los caminos ocultos de Su soberana voluntad, ¿por qué actúo en ocasiones como si lo supiera? Dejo de orar por una situación porque creo que sucederá lo que yo pienso o especulo. Me veo limitado en mi manera de vivir, la oración carece de expectativa. No veo a Dios como libre de actuar como Él quiera.
¿Por qué orar si Dios en su providencia y soberanía me ha enviado esta enfermedad? Un pensamiento piadoso podría ser: “Debo aceptarla y buscar glorificarle en medio de ella”. Bueno, sí, pero no tanto. La realidad es que no sabemos si Dios nos envía algo para luego removerlo como respuesta a una oración con fe. Dios no nos pide que adivinemos sus pasos, sino que confiemos en Él y llevemos nuestras peticiones delante de Él (ver Fil. 4.6).
El caso de Ezequías
Cuando Dios envió al profeta Isaías a decirle al rey Ezequías que iba a morir le dijo: «Así dice el SEÑOR: “Pon tu casa en orden, porque vas a morir y no vivirás”» (Isa. 38:1).
Me sorprende la respuesta del rey: oró y lloró ante Dios pidiendo compasión por su vida. ¿Por qué orar si Dios decretó esa muerte? Podemos pensar: «Ya está, arreglemos todo y muramos» Pero, ¿por qué no orar si no sabemos si Dios decretó que fuera cambiado ese destino por medio de la oración?
No podemos ser más sabios que Dios de tal manera que nos adelantemos a sus planes. No sabemos qué hará. No sabemos su próximo movimiento o decisión. Y quizás debemos pedir perdón por intentar hacerlo y no reconocer que en muchas ocasiones no recibimos porque no pedimos. Y no pedimos porque hemos sido presuntuosos, y nos engañamos pensando que Dios no puede cambiar las cosas. Pensamos que podemos ganarle a Dios una partida de ajedrez, adelantarnos a su próxima jugada, reconocer su estrategia… pero no es así.
Ezequías oró y Dios lo oyó.
Le dijo: “He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas; voy a añadir quince años a tus días…” (Isa. 38:5)
¿No es maravilloso? Dios es compasivo y soberano; libre de obrar como desea. Él decidió sanar a Ezequías por medio de una oración desesperada. Siempre fue Su plan, pero Ezequías no lo sabía. No se quedó en un fatalismo “piadoso” sino que oró. Y fue oído. No puedo contar las veces que he fallado así. Las veces que fallo por creer que sé lo que Dios hará. Y mi oración está apagada por mi orgullo presuntuoso. Cuán engañoso es el pecado que hasta se disfraza de piedad.
No sabemos, por eso oramos
¿Sabemos cuál es el siguiente paso en el plan libre y soberano de Dios? No. Entonces, ¿por qué no orar? Quizás Dios nos responda cambiando las circunstancias por medio de esa oración que no hubiéramos hecho.
Ezequías no sabía lo que Dios haría pero oró. El profeta mandó de parte de Dios: «Que tomen una masa de higos y la pongan en la llaga para que se recupere» (Isa. 38:21).
Ezequías sanó y siguió viviendo 15 años más. ¿Por qué entonces no oramos? ¡Ayúdanos Señor!