Salen en las revistas semanales, son actualizados a diario por portales en internet y hasta puedes conseguir tu libro de predicciones anuales. En nuestro mundo tan secularizado pero a la vez tan sincretista, donde todo lo “espiritual” es bienvenido mientras me otorgue un beneficio y no moleste al de al lado. Los horóscopos son uno de esos que perduran en el tiempo, son individualistas y son tan vagos en sus predicciones que es demasiado probable que acierten.
Hay personas que toman a la Biblia como su viejo horóscopo, deciden abrirla a diario aleatoriamente para ver “que les toca hoy”, es que, ese es el lenguaje que se usa en el horóscopo: “voy a fijarme que me toca hoy en mi signo”. Algunos creyentes demuestran una falta de madurez al ir a las Escrituras como “el horóscopo cristiano”, ellos abren sus Biblias y ponen su dedo en algún versículo y luego lo leen con cuidado para ver si es algo que les beneficia… claro, es que si el versículo es de juicio, vuelven a repetir el proceso hasta que les salga algo que les alegre el día.
Existe un producto que se ha vendido a lo largo de décadas en librerías cristianas y es muy popular hoy en día también, se le conoce como “perlas bíblicas” o “el pan diario”. En esencia, son versículos individuales que vienen en formato de tarjeta, en una linda cajita donde hay decenas de ellos. El procedimiento es sencillo, tu “pruebas suerte” para ver que versículo te está “Dios hablando hoy”… sacas tu tarjeta y lees el versículo. Y tan solo de ver la cara puedes saber que versículo le ha tocado, aunque, los que producen tal material habrán seleccionado versos de bendición para que nadie este triste.
Lamentablemente estos acercamientos a la Biblia son muy comunes y frecuentes en nuestros contextos latinos. Al verse el estudio de la Biblia como algo lejano al “creyente común” se olvida por completo que cada versículo tiene su contexto, que cada versículo tiene un trasfondo cultural, histórico y social; que pertenece a un libro que posee un género literario particular con reglas y características de interpretación acordes al mismo. La Biblia no es un horóscopo para que la consultemos como la bruja que consulta sus huesos para ver la suerte… La Biblia es el libro que Dios nos ha revelado para que podamos conocer la salvación que es en Cristo Jesús (2 Tim. 3:15). Por medio de ella, podemos conocer al Dios creador del Universo, sus atributos, su carácter, su santidad… y podemos conocernos a nosotros mismos como su creación, como aquellos que se rebelaron contra Él y se convirtieron en sus enemigos. Podemos obtener la sabiduría que conduce a abrazar el Evangelio de gracia. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Tim. 3:16-17).
A la vez, debemos entender que la Biblia es un todo, son 66 libros conectados por la historia de la redención en el Mesías prometido. Si nosotros tomamos solo una pieza del rompecabezas no podemos descubrir cuál es la imagen detrás de todo. Si tomamos textos individuales no podemos entender panorámicamente cuál es el propósito del libro que estoy leyendo, ni de como encaja eso en la teología bíblica (entiéndase, la teología a la luz de toda la Biblia). Corremos el riesgo de no interpretar correctamente las Escrituras y podemos pensar que “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13) me está diciendo que Dios me favorecerá para comprar un auto nuevo, o para conseguir el trabajo que deseo o incluso para lograr cualquier cosa que se cruce por nuestras mentes. Pero al mirar el panorama y el contexto de ese pasaje, entenderemos que Pablo estaba preparado para pasar escasez o abundancia porque Cristo era su fortaleza para cada situación.
Reflexionemos en el uso que le damos a las Escrituras, para no tratarlas como un horóscopo que tiene como fin mi beneficio aquí y ahora. Sino que ellas nos muestran la maravillosa salvación por gracia en Cristo, que ha repercutido para nuestra vida eterna de gozo en Su presencia.