Fiel es Dios, Salmo 78.

Hace 3.000 años aproximadamente se escribieron la mayoría de los salmos que tenemos en nuestras biblias. Eran cánticos para tocar con instrumentos y cantar en la congregación de Israel, ellos enseñaban a sus hijos acerca de Dios con estos salmos y recordaban las maravillas que Él había hecho en medio de ellos, y a veces con dolor recordaban cómo ellos habían pecado contra Dios.

El salmo 78 es un salmo maravilloso en cuanto a la historia de Israel como nación desde que Dios los sacó de Egipto. Debían los padres cantarselo a sus hijos y los hijos a sus hijos, de generación a generación. Esto lo podemos ver en los primeros ocho versículos de este salmo.

El propósito de transmitir estas enseñanzas a las demás generaciones está en los versículos 7 y 8:

para que ellos pusieran su confianza en Dios,
y no se olvidaran de las obras de Dios,
sino que guardaran sus mandamientos;
y no fueran como sus padres,
una generación porfiada y rebelde,
generación que no preparó su corazón,
y cuyo espíritu no fue fiel a Dios.

Este salmo nos narra las maravillas y los prodigios que Dios había hecho en medio de su pueblo, empieza narrando cómo los salvó diviendo el mar, guiándolos en el desierto, proveyendo agua de la roca y supliendo sus necesidades. Y el contraste lo vemos con la infidelidad del pueblo que vez tras vez se queja, tienta a Dios, cae en idolatría e incredulidad y duda de su salvación.

Te invito a que leas este salmo con tranquilidad prestando atención a cada versículo para sacarle más provecho.

¿Qué tiene de verdad este salmo para todo el pueblo de Dios de todos los tiempos?

Que [highlight]Dios es fiel, aún en nuestra infidelidad, que nuestro pecado tiene consecuencias y que lo que espera de nosotros es que pongamos nuestra confianza en Él, que no nos olvidemos de sus obras, y que guardemos sus mandamientos.[/highlight]

Así como Dios rescató a Israel de Egipto con gran poder y gloria, así mismo, rescató del pecado y de la muerte a sus escogidos en este tiempo. «Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo», Tito 3:5. Y espera que nos ocupemos en nuestra «salvación con temor y temblor» (ver Fil. 2:12). Que no dudemos su fidelidad porque «El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también con El todas las cosas?», Ro. 8:32.

Ciertamente hemos visto la mano poderosa de Dios en nuestras vidas, ¿Puedes recordar todas esas ocaciones en que Dios te proveyó, te ayudó y te salvó? ¡Cobra ánimo! Él no cambia. El mismo Dios que rescató a Israel de Egipto, que proveyó para sus necesidades en un desierto, es el mismo Dios que habita junto al cristiano. «Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos», Hebreos 13:8.

Renueva tu confianza, guarda sus mandamientos, mantén en mente sus obras pasadas, presentes y futuras, enséñalas a las generaciones del porvenir. «Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída y para presentaros sin mancha en presencia de su gloria con gran alegría, al único Dios nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, dominio y autoridad, antes de todo tiempo, y ahora y por todos los siglos. Amén», Judas 24-25.

¿Dudarás de Dios?

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Enrique Oriolo
Enrique Oriolo

Un gran pecador con un gran Salvador. Esposo de Tamara, papá de Luz, Paz y Sarah. Misionero y Pastor de la Iglesia Bíblica de Avellaneda.

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