Sermón predicado el 4 de Febrero de 2024 en la Iglesia Bíblica de Avellaneda. Para escucharlo, hazlo aquí.
Es una bendición compartir cada domingo este tiempo de alabar y adorar al Señor. No dudamos de que la presencia de Dios está en medio nuestro de una manera especial hoy. Estamos con nuestros hermanos en Cristo, hay amigos que visitan, cantamos alabanzas a Dios y oímos la Palabra de Dios. Nadie duda de que estamos en un lugar donde es fácil imaginar que Dios está.
¿Pero qué de mañana lunes? Cuando empiezan las rutinas, el levantarse temprano para trabajar, el transporte que tarda, los compañeros de trabajo no creyentes, la ropa para lavar que se amontona, el calor que hace, ir al médico, hacerse estudios, pensar qué cocinar y hacer las compras, los niños que lloran, ese ser amado que requiere mi cuidado, pagar los servicios, etc. Nuestra semana no parece algo glorioso muchas veces donde Dios está presente, nuestras rutinas no suenan a cosas espirituales y gloriosas.
Uno puede pensar, ¿está Dios presente conmigo? ¿tiene sentido todo esto que hago y que me pasa? ¿cómo puedo ser usado por Dios si en lugar de ser misionero decidí tener un almacén, o en lugar de misionera decidí ser madre de familia? ¿Dios puede estar haciendo algo importante en mi vida si para mí es aburrida y rutinaria? Son pocos los cristianos que se dedican a ser pastores o misioneros de tiempo completo. ¿Qué queda para la gran mayoría de cristianos que no lo son? Algunos sirven en distintas áreas en un culto de domingo, ¿y el resto de la semana?
Algo maravilloso del libro de Ester en la Biblia es que es un libro donde jamás se menciona a Dios. Su nombre no aparece ni directa ni indirectamente. No hay referencias a la típica espiritualidad judía del sacrificio o el templo, o los sacerdotes. No hablan profetas ni tenemos grandes milagros. Pero cuando uno lo lee, es inevitable ver la mano invisible de Dios obrando en favor de su pueblo, llevando a cabo su plan detrás de escena.
Quiero que veamos tres cosas desde el libro de Esther:
- Repasaremos brevemente la historia del libro.
- Veremos qué enseñanzas tienen para nosotros.
- Veremos cómo el libro de Esther nos apunta a Cristo.
En este libro el pueblo de Dios se encuentra en el exilio en lo que ahora es el imperio persa y anteriormente babilónico. Nuestra historia está específicamente en la capital del imperio persa: Susa. Se encuentra hoy geográficamente en el suroeste de Irán. El rey es Asuero o Jerjes I reinó probablemente entre el 486 a.C. y el 465 a.C.
Si nunca has leído el libro de Esther, la historia narra que el rey Asuero, tras expulsar a la reina Vasti por desobedecerle, busca una nueva esposa. Entre las candidatas, Esther, una judía huérfana criada por su primo Mardoqueo, es elegida por su belleza. Mardoqueo, por otro lado, descubre un complot para matar al rey y salva su vida, hecho que se registra en las crónicas del reino. Hamán, un alto funcionario, odia a Mardoqueo por no rendirle reverencia y, al enterarse de su origen judío, persuade al rey para decretar la exterminación de los judíos.
Mardoqueo insta a Esther a intervenir.
“Entonces Mardoqueo les dijo que respondieran a Ester: «No pienses que estando en el palacio del rey solo tú escaparás entre todos los judíos. »Porque si permaneces callada en este tiempo, alivio y liberación vendrán de otro lugar para los judíos, pero tú y la casa de tu padre perecerán. ¿Y quién sabe si para una ocasión como esta tú habrás llegado a ser reina?» Y Ester les dijo que respondieran a Mardoqueo: «Ve, reúne a todos los judíos que se encuentran en Susa y ayunen por mí; no coman ni beban por tres días, ni de noche ni de día. También yo y mis doncellas ayunaremos. Y así iré al rey, lo cual no es conforme a la ley; y si perezco, perezco».” (Ester 4:13–16, NBLA)
A pesar del riesgo, ella se presenta ante el rey sin ser llamada, invitándolo a un banquete junto con Hamán. Mientras tanto, Hamán prepara una horca para Mardoqueo. Sin embargo, el rey, incapaz de dormir, lee las crónicas y decide honrar a Mardoqueo, encomendándole a Hamán esta tarea. En el banquete, Esther revela su identidad y acusa a Hamán, quien es ejecutado en la horca que había preparado.
Aunque los decretos persas eran irrevocables, se emite uno nuevo permitiendo a los judíos defenderse. Triunfan sobre sus enemigos y establecen la fiesta de Purim en conmemoración. Mardoqueo es ascendido, beneficiando al pueblo judío desde su posición de poder.
¿Qué enseñanzas podemos sacar del libro de Esther para nosotros hoy?
1. Dios puede usar a cualquier persona sin importar en el lugar que se encuentre para llevar a cabo sus planes.
Las personas descritas en el libro no son ni profetas, ni sacerdotes, ni levitas. Esther era una huérfana judía que termina siendo reina del imperio persa. Una posición real que había llegado por medio de un concurso. El concepto de «azar» o «suerte» que aparece en el libro es claramente una referencia irónica a lo que el lector sabe, es la providencia divina llevando adelante todo eso.
Dios colocó a Esther en un lugar de poder, donde tenía influencia directa sobre el rey. No era para nada un lugar «espiritual» o «religioso». Era un lugar de poder en un imperio pagano. Pero Dios la había ubicado ahí para poder llevar a cabo su plan de salvación, avanzar sus propósitos.
Mardoqueo reconoce incluso que quizás ella está ahí para ese único propósito de salvar a los judíos de la destrucción. Providencialmente, Esther está en el lugar correcto en el momento correcto para hacer lo que Dios estaba llamándola a hacer.
¡Cuántas implicaciones para nosotros! ¿En qué lugares te ha colocado Dios hoy? El trabajo que tienes, en una compañía, una escuela, una fábrica, una tienda o en tu hogar, cualquiera sea el lugar. Dios te ha colocado ahí para usarte para avanzar su plan de salvación. Dios no ha colocado un pastor ahí, ni un misionero, te ha colocado a vos como su instrumento para su gloria, para que seas un testigo de su evangelio a otros. Tenés un lugar único, acceso a personas que otros no tienen, y ¿con qué propósito? Probablemente con uno mayor del que ocasionalmente pensamos. Lo que llamamos rutina, Dios lo llama «propósito», Dios tiene un propósito y significado con cada cosa, en cada lugar y no es casualidad que estemos donde estamos cada día de nuestras vidas.
Dios está llamándonos constantemente a ser instrumentos suyos en su misión de salvar a su pueblo. Cada lugar donde estamos es nuestro campo misionero. Sea la cocina de nuestra casa, o la oficina de un gerente. Cualquier lugar donde estemos hay personas que necesitan oír el evangelio. Dios quiere usarte con los dones que te ha dado y a pesar de todas las debilidades que tengas.
2. Si queremos ser verdaderamente fieles, entonces necesitamos estar dispuestos a perder nuestro lugar en el palacio (diría Tim Keller).
Esther sabía bien que dar el paso siguiente para salvar al pueblo era un costo altísimo y un futuro incierto. Ella podía perder su estatus como reina, como pasó con Vasti, o incluso perder la vida al no ser llamada ante el rey. Ella puso todo en juego al dar el paso que tenía que dar para avanzar el propósito de Dios.
Lo mismo se requiere de nosotros. Dios te puede permitir estar en un lugar privilegiado, económicamente, de influencia, de autoridad, académicamente. O darte un lugar de seguridad, como tener un buen trabajo estable, una casa, un auto. Quizás estás en un punto donde estás conforme con la relación con tus familiares no creyentes o amigos. Pero, la única manera de que estés comprometido con el llamado de Dios es si estás dispuesto a perder eso para ser fiel, para avanzar su propósito, para ser testimonio de su salvación.
¿Estás dispuesto a perder tu lugar en el palacio? ¿estarías dispuesto a perder tu trabajo, tu influencia, tu seguridad? ¿estás dispuesto a perder relaciones con amigos o familiares por ser íntegro y fiel al Señor? ¿estarías dispuesto a perder lo que sea por mantenerte fiel a tu profesión en Cristo y ser un testigo de su evangelio? ¿hay áreas en tu vida donde el miedo a perder algo te paraliza en vez de hacerte avanzar en lo que Dios te está llamando?
¿Estamos dispuestos a perder para ganar? Jesús nos enseña que el camino para ganar la vida es perderla por su causa. No estamos diciendo que pierdas el trabajo por negligente, por leer la Biblia en lugar de trabajar. Sino, cuando llegue el momento y el lugar donde tengas que actuar en fidelidad al Señor y su Palabra, para avanzar su reino y sus propósitos. Debemos estar dispuestos a asumir el riesgo y perecer.
3. Necesitamos entender y recordar que Dios es quien reina sobre todas las cosas.
No existe la suerte, el azar o las coincidencias. Esas son maneras en que el ser humano ha tratado de nombrar a la providencia de Dios. Cada cosa en el libro de Esther nos muestra eso.
No es casualidad que el rey tenga insomnio. No es casualidad que lean el libro en el lugar que leyeron. Nada es casualidad. Todo es parte del propósito de Dios. Dios está haciendo algo detrás de escena, está tejiendo un telar que no se puede ver su belleza hasta que no esté terminado y lo de vuelta.
Dios opera en nuestras vidas de maneras ocultas todo el tiempo, cuando pensamos que no está haciendo nada, cuando pensamos que solo son rutinas ordinarias. Dios está trabajando y obrando sus propósitos. En nuestro diario vivir debemos crecer en la convicción de que nada es el azar, las personas con las que nos topamos, las conversaciones que tenemos, los problemas u obstáculos que surgen, todo es parte del plan de Dios. Y debemos estar dispuestos a accionar en dirección a sus propósitos, a avanzar su plan de salvación a los perdidos.
Un micro que perdiste y un remisero que no para de hablarte. Una enfermedad que te hace pasar mucho tiempo en sanatorios, médicos y enfermeros. Una crisis en el matrimonio o con tus hijos. Un compañero molesto en el trabajo. Una persona en necesidad… todas son oportunidades de avanzar el propósito de Dios. No están ahí por casualidad, y cuánto antes lo entendamos, mejor podremos dar el paso y abrir nuestras bocas y anunciar al que salva, al que restaura, al que da esperanza, al que es luz en medio de tinieblas.
Si sabemos que Dios es soberano, reconozcámoslo moviendo cada cosa en nuestro diario caminar, y trabajemos junto con Él. ¿Es todo eso lo que debemos ver en el libro de Esther?
El libro de Esther no es sobre Esther meramente.
Esther y Mardoqueo, son judíos que están en el exilio por causa de haberle dado la espalda a Dios, y cuando tienen la oportunidad de regresar a Jerusalén deciden quedarse en el territorio persa. La razón por la que Esther llega a ser reina es básicamente su atractivo físico, su belleza. Más allá que vemos un carácter valiente en Esther, tanto ella como su primo están haciendo algo deliberado que la palabra de Dios condenaba. El llevar adelante un matrimonio con alguien que no era judío.
Este libro no está acá para que seamos más como Esther o Mardoqueo. Es a algo mucho más excelente que nos apunta. Toda la Escritura nos da testimonio del evangelio y de la obra de Jesús, nos anticipa esa obra o nos explica esa obra y sus implicaciones.
Los aspectos redentores del libro de Esther nos apuntan a un cumplimiento mayor y definitivo, algo mayor que Esther cumplirá perfectamente lo que este libro nos anticipa.
Esther ocupa un lugar redentor en este libro, pero nos apunta a un mayor y mejor redentor.
Esther se presentó ante el rey para interceder por la salvación de su pueblo que iba a ser condenado. El rey oyó a Esther y se proveyó un camino para la salvación. Jesús, quien es mayor y mejor que Esther, también se presentó ante el Rey, para interceder por la salvación de su pueblo a ser condenado, no solo de morir fisicamente, sino de una muerte eterna.
No intercedió por inocentes que iban a morir por la culpa de otro. Jesús vino a salvar culpables que merecían esa muerte eterna. Enemigos que merecían ser condenados. Y para salvarnos, no bastaba con pedir al rey que nos perdone, sino que la justicia debía ser satisfecha y el pecado castigado. Y si el decreto persa era inamovible, aun más el decreto de Dios de que todo aquel que peque morirá.
Jesús tuvo que asumir la culpa de aquellos que merecían morir y sufrir el castigo de la muerte eterna en su lugar. Por eso es un mayor intercesor que Esther, ella estuvo dispuesta a perecer al presentarse ante el rey, pero Jesús no solo estuvo dispuesto sino que era necesario que perezca, que sea sacrificado y muerto, para que su pueblo fuera librado de la condenación.
Esther podía perder su estatus en el palacio real por identificarse con su pueblo, pero no se aferró a esa idea y estuvo dispuesta a perderlo todo para intentar salvar a su pueblo. Pero Jesús asumió una mayor entrega, porque Él estaba por derecho propio en un palacio mucho mayor que el de Esther, y en un estatus mucho mayor que el de cualquier reino terrenal. Él estaba en el cielo, era una de las Tres Personas de la Trinidad Divina. Tenía toda la riqueza, todo el poder, toda autoridad. Jesús no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse al identificarse con su pueblo, Él se despojó de su realeza divina para hacerse un hombre y un siervo. Se identificó con su pueblo en orden de salvarlos. Se humilló en obediencia hasta una muerte horrenda, y es por su muerte de aparente derrota que obtiene la victoria y gana la vida para los suyos.
En la historia de Esther vemos la reversión divina donde el que es humilde es exaltado, y el que se exalta es humillado. Al final de la historia, Mardoqueo a quien querían humillar y destruir termina cómo el segundo del reino exaltado. De la misma manera el evangelio nos muestra que por medio de su humillación, Jesús logra la redención de su pueblo, y Dios termina exaltandolo al lugar más alto, donde toda rodilla se doblará ante Él. Jesús no buscó su gloria, y Dios le dio toda gloria. Hamán buscó su gloria y recibió humillación y muerte.
Jesús es mayor y mejor que Esther, y el libro de Esther halla su cumplimiento en la obra de Cristo en la cruz. Uno puede ver cada acontecimiento que llevó a Cristo a la cruz y ver la soberanía y la providencia de Dios en gobernantes paganos, en líderes corruptos, en religiosos legalistas, en cada detalle, hasta en el canto de un gallo y una moneda en la boca de un pez. Todo está soberana y providencialmente ordenado con un propósito Divino que lleva a la salvación y la santificación de los que han sido salvados. Todo gira en torno a la gloria de Dios por medio de Su Hijo.
CONCLUSIÓN
Si no estas en Cristo
La providencia de Dios te ha traído a este lugar, no fue coincidencia ni suerte. Dios quiere que oigas el mensaje acerca de la salvación que hay en Jesús. Su Hijo. Él es el único que puede perdonar a los pecadores y hacerlos justos ante Dios por medio de su sacrificio como sustituto. Dios quiere que te arrepientas y creas el evangelio de Jesús para que seas salvo de la condenación que mereces. Un día Dios derramará su juicio sobre todos los que no creyeron en Jesús. Dios quiere darle sentido y significado a tu vida, ven a Jesús.
Si estas en Cristo
- Dios quiere usarte ahi donde esas para ser un instrumento de su salvacion
- Para ser fieles debemos estar dispuestos a perderlo todo por Jesus
- Dios esta al control de todas las cosas y tiene para todo un proposito redentor
Seamos intencionales en tomar accion cómo instrumentos en las manos del Redentor donde quiera que estemos. No olvidemos que Dios está obrando en todo lo que pasa.